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Líder campesino y defensor de DDHH en Colón sueña con el desarrollo de sus comunidades


Es, Julio César Hernández, un paisano de piel curtida por el sol, líder nato que se ha convertido en un cacique para unas 12 comunidades ubicadas en el sector Montaña de Tocoa, a las cuales sueña con llevar oportunidades de empleo, desarrollo y paz, ya que por décadas estuvieron sumergidos en el olvido y pobreza.

Para pedir ayuda por los suyos, Hernández ha viajado en varias ocasiones desde su natal San José de García, zona rural de Tocoa, Colón, por más de 10 horas en carretera para llegar a Tegucigalpa y que la voz de sus comunidades sea escuchada.

Por sus complicaciones de salud resiente el ajetreado viaje, pero no se doblega, ya que es más grande el deseo de impulsar el bienestar de los suyos.

En los últimos meses, ha logrado que embajadas y organismos de derechos humanos a nivel internacional escuchen el mensaje de auxilio de sus comunidades, pidiendo justicia por más de 10 personas que han sido vilmente asesinadas por apoyar un proyecto minero que las comunidades han decidido respaldar tras acuerdos de proyectos importantes para impulsar el desarrollo de la zona, tales como construcción de carreteras, puentes, escuelas, pago de maestros, donación de útiles escolares, entre otros, acuerdos que se vuelven claves para alcanzar los derechos inalienables como la salud, trabajo y la educación.

Sin embargo, su lucha continúa, pues su mayor sueño es, poder llevar a los máximos representantes de los organismos internacionales hasta estas remotas comunidades para que puedan conocer la realidad en la que viven y que otros han ignorado.

“Tengo una gran tarea en mis manos y es sacar adelante estas comunidades que han decidido confiar en mí. No descansaré hasta dejar un mejor futuro para las nuevas generaciones”, dijo convencido.

En la zona de la montaña de Tocoa, donde tiene su vivienda don Julio y otros cientos de personas, no existe acceso a la energía eléctrica ni mucho menos señal de Internet, por lo que obviamente no tienen televisiones ni de redes sociales.

Las malas condiciones de vida y trabajo lo obligaron como a muchos otros hondureños a buscar el "sueño americano" y emigrar de su país, pero regresó convencido de que con el esfuerzo de todos pueden sacar adelante sus comunidades.

Para salir a la ciudad desde su pueblo, tarda unos 45 minutos en vehículo, pero años atrás ese viaje duraba hasta 12 horas. Sin embargo, tras la llegada del proyecto minero que se desarrolla en su zona, la empresa les construyó la calle de acceso, un trayecto de más de 30 kilómetros, con el que ahora en minutos están en la ciudad.

Don Julio cuenta con mucho orgullo que esa carretera es el primer logro de la lucha de sus aldeas, con la cual está comprometido, ya que si alguien conoce de dificultades en la vida es él.

Solo logró llegar a segundo grado, pues desde niño le tocó tomar un machete y azadón para trabajar en la tierra y llevar alimento a su casa.

No obstante, al escucharlo hablar denota el conocimiento que solo da la experiencia de los embates de la vida esculpir. Aunque es de carácter fuerte, lo distingue una gran disposición por ayudar al prójimo y, sobre todo, por ver sus comunidades crecer y mejorar.

tocoeño solo

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