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La iglesia colonial hondureña de Colohete recupera despacio su esplendor con apoyo de España

San Manuel de Colohete (Honduras), 14 junio.- Cuando Lilian Mazariegos llegó hace un año a la iglesia colonial de San Manuel de Colohete, en el occidente de Honduras, le invadió la tristeza al ver las lamentables condiciones en que se encontraba uno de los templos católicos más hermosos de América, en cuya restauración ahora participa.

El mismo sentimiento le embargó a Leonel Santos, quien desde 2022 es, junto a Mazariegos, uno de los restauradores de un equipo de hondureños que le están recuperando el esplendor a la imponente iglesia, que se localiza en la Ruta Lenca.

UNA IGLESIA DE TIPO BARROCO Y FINOS DETALLES

Esta región, en el departamento de Lempira, con mucha historia colonial, es parte de la Mancomunidad de Colosuca, en la que se localizan al menos cinco de las iglesias más antiguas de Honduras.

Dos de las más imponentes se localizan en la colonial Ciudad de Gracias, mientras que el resto están en Belén, San Marcos Caiquín, San Manuel de Colohete y San Sebastián.

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La más admirada es la de San Manuel de Colohete, construida entre 1600 y 1700 y para muchos «una maravilla» por su arquitectura tipo barroco, rica ornamentación y finos detalles en su fachada e interior.

«Me sentí mal y me dio tanto pesar ver todo el entablado de la iglesia en el piso. Estuve a punto de llorar», dijo a EFE Mazariegos al recordar «las malas condiciones, con olor a humedad», en que estaba el interior de la iglesia, a la que llegaba para un trabajo de restauración, del que no se imaginaba la ardua jornada que le esperaba.

Para Santos, también resultó desagradable encontrarse con que las tablas de la estructura del techo de la iglesia «estaban abajo, bastante dañadas y llenas de polvo».

LA RESTAURACIÓN VA LENTA, PERO CON BUENOS RESULTADOS

Santos también supo que había mucho trabajo por hacer, pero no se imaginó que llevaría tanto tiempo y que había que armarse de «bastante paciencia y cariño» para restaurar las tablas dañadas, cuidando con esmero «la parte de la policromía existente».

Más de un año después de haber iniciado su trabajo de restauración, los dos expertos disfrutan plenamente de lo que están haciendo, aunque no saben cuándo terminarán.

La restauración de la iglesia es la continuación, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), de una primera fase en la que se intervino de forma prioritaria en una parte de la techumbre y el piso.

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Actualmente se está en la segunda fase, a la que le seguirá una tercera para atender lesiones de humedad por capilaridad en el interior, lo que está provocando lesiones en los enlucidos interiores de cal, los cuales poseen pintura mural de gran valor a nivel nacional.

Las condiciones ambientales no son favorables y, la falta de un sistema de evacuación de aguas lluvias en el perímetro exterior de la iglesia, provoca un deterioro acelerado de la policromía interior en los meses de precipitaciones intensas.

PROYECTO ORIENTADO A REDUCIR LA POBREZA

Además, el entablonado interior, que es la superficie portante de gran parte de la ornamentación pictórica de la nave central de la iglesia, se encuentra afectado por la humedad y el ataque de agentes bióticos.

Los daños en el entablonado de la iglesia obedecen a la descohesión de la policromía, acumulación de suciedad superficial y daños en el soporte de madera provocados por la humedad.

Mazariegos y Santos tienen en común haber sido capacitados para la restauración de monumentos en la Escuela Taller, de la colonial ciudad de Comayagua, creada en 1996 con apoyo de la Aecid.

La tristeza que hace más de un año le causó a Mazariegos al ver las malas condiciones de la iglesia, se ha convertido en alegría porque siente que va «avanzando en el trabajo», lo que ve reflejado en el incremento de turistas nacionales y extranjeros que están llegando a visitar el templo.

«Nos dicen que está bonita la iglesia, que es una reliquia y que vale la pena el esfuerzo que se está haciendo», subrayó, mientras que su colega dijo que «estamos contentos porque hemos avanzado en un trabajo en el que no podemos correr».

«En restauración no podemos correr, son trabajos muy lentos, hay que ir dándole tiempo a los materiales que se utilizan porque además tenemos que cuidar el original», enfatizó Leonel, quien además es alfarero e hijo de María Desideria Pérez, quizá la mejor alfarera de La Campa, comunidad cercana a San Manuel de Colohete.

EFE

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