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Reflexiones en Homilía Dominical: El Pecado como separación y el perdón como unión 


Durante la homilía dominical celebrada este domingo, en la Catedral San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, el arzobispo José Vicente Nácher Tatay, compartió un mensaje que resalta la importancia del perdón y la fraternidad en la vida de los creyentes.

A pesar de su ausencia física, el arzobispo Nácher Tatay transmitió su mensaje a través del sacerdote David Morales, quien presidió la celebración eucarística. El eje central del discurso se centró en el perdón como un camino hacia la reconciliación y la unión fraterna.

El mensaje destacó que Jesús nos muestra cómo convertir una ofensa en una oportunidad para construir la fraternidad. En lugar de señalar el pecado de nuestro hermano de manera pública, se insta a abordarlo en privado, con amor y comprensión.

El imperativo "ve tú" significa que debemos acercarnos a nuestro hermano con la intención de mostrarle nuestro amor y apoyo, no para humillarlo.

Se enfatiza que al corregir a nuestro hermano, no estamos estableciendo una jerarquía de bondad, sino que estamos compartiendo nuestra propia experiencia como pecadores que han encontrado el camino hacia la redención. Esta cercanía privada es un recordatorio de que todos tenemos la capacidad de superar el pecado.

Si la corrección inicial no tiene éxito, se sugiere llevar a dos testigos adicionales o incluso involucrar a toda la comunidad, pero siempre respetando la libertad del hermano de aceptar o rechazar la invitación al perdón. En última instancia, tratar a alguien como un pagano significa reconocer que han decidido alejarse, pero la puerta siempre está abierta para su regreso arrepentido.

La homilía subraya la dinámica del perdón y la reconciliación, recordando el papel fundamental de la Cruz en la historia de la redención.

Se destaca que un cristiano que corrige fraternalmente a otro es alguien que ha experimentado el perdón y, a su vez, perdona a los demás.

También se hace hincapié en que, si no estamos dispuestos a perdonar, nuestra corrección pierde su propósito y puede herir más que ayudar.

El mensaje culmina con la idea de que el pecado separa, la corrección acerca y el perdón une.

Se enfatiza que, aunque el pecado es una responsabilidad personal, la comunidad desempeña un papel fundamental en la corrección, la reconciliación y la alegría compartida cuando un pecador se arrepiente y vuelve al camino de la virtud.

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