Recordamos que el inicio de las protestas en Nicaragua, fue a raíz de la decisión del gobierno de realizar una serie de cambio al Seguro Social.

En el vecino país hubo una prolongada tardanza en reconocer que la medida no gozaba de popularidad, permitiendo que la ola de protestas subiera de nivel, tanto que para cuando recapacitó el gobierno, los protestantes ya no se conformaban con la anulación de las medidas, sino que exigían que se fuera Ortega.

Pues en Honduras, es más que evidente que los decretos de reforma adminsitrativas a las Secretarías de Salud y la de Educación, no son de aceptación popular y, no tanto porque las denunciadas intenciones hablen de forma tácita que  puertas a despidos masivos y privatización, sino porque ha sucedido tanto en Honduras, que la población ya no confía en lo que los funcionarios dicen.

En este caso la posición gubernamental es que no allí no dice eso, sin embargo hubo vez que un simple signo, o una sencilla palabra hizo la diferencia cuando llegan las interpretaciones de los jurisconsultos, resultando que lo que se decía que no sucedería, sí sucedió.

En este punto, escuchamos a una y otra parte y cuyas deliberaciones resultan en punto muerto, por lo tanto no se puede permitir que las protestas continúen subiendo de violencia; porque no es con la represión que eso va a bajar, la experiencia así lo demuestra. Entonces diputados, la pelota quedó en su cancha.