Tegucigalpa.- La renuncia de la Ministra de Derechos Humanos, Nathalie Roque, ha dejado preguntas sobre el destino del conflicto que ha afectado a la Secretaría durante el último mes. Joaquín Mejía Rivera, investigador en materia de Derechos Humanos, comparte su perspectiva sobre el impacto y las oportunidades que surgen tras esta decisión.

Mejía Rivera ve la renuncia como una oportunidad para abrir un camino hacia un diálogo honesto y sincero, libre de amenazas de represalias contra aquellos que han denunciado los hechos. Destaca la importancia de no aplicar represalias y mantener en sus puestos a aquellos que no tienen razones objetivas para ser separados de sus cargos, subrayando el derecho a la manifestación pública y pacífica.

El investigador señala el grave error del Gobierno al permitir que el conflicto se profundizara, afectando significativamente el Sistema Nacional de Protección. Lamenta que, después de un mes, el conflicto no se haya resuelto en una Secretaría de Derechos Humanos, donde debería prevalecer el ejemplo de diálogo honesto, franco y transparente.*

Ante la pregunta sobre quién debería liderar la Secretaría de Derechos Humanos, Mejía Rivera destaca la necesidad de una persona con sensibilidad en derechos humanos, capacidad de gestión y sensibilidad hacia el personal y la sociedad en general.

Sobre si falló el diálogo o la ministra, Mejía Rivera sostiene que hay responsabilidades compartidas. Aunque la Ministra es la principal responsable, considera que la Presidenta de la República también tiene responsabilidad al no actuar de manera inmediata cuando se evidenció que el conflicto no se resolvía internamente.

El conflicto, que involucró protestas por supuesto acoso laboral, llevó a la renuncia de los dos viceministros de la Secretaría de Derechos Humanos durante el último mes. La incertidumbre persiste sobre quién liderará la Secretaría y cómo se abordarán las preocupaciones planteadas por los empleados.