Honduras y El Salvador lideran la pobreza multidimensional en América Latina, según la CEPAL

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Tegucigalpa. De acuerdo con el último informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Honduras y El Salvador encabezan la lista de países con la mayor incidencia de pobreza multidimensional en América Latina.

Este concepto de pobreza va más allá de la simple falta de dinero, ya que abarca una serie de carencias que afectan de manera profunda la vida de las personas, incluyendo la falta de acceso a servicios fundamentales como educación, salud, vivienda adecuada, empleo digno y protección social.

El informe subraya que la pobreza multidimensional está profundamente arraigada en estos dos países, siendo una barrera estructural que afecta a millones de personas. Especialmente en las zonas rurales, donde la situación se vuelve aún más crítica. Mientras que la pobreza monetaria mide si una persona puede o no cubrir lo básico para su subsistencia, la pobreza multidimensional busca entender las condiciones en las que vive cada individuo. Según este concepto, una persona es considerada pobre multidimensionalmente si carece no solo de ingresos suficientes, sino también de servicios básicos como atención médica, educación de calidad, una vivienda digna, acceso al agua potable o empleo formal.

Honduras

El caso de Honduras es particularmente preocupante. El informe de la CEPAL revela que, en 2019, un alarmante 71.6 % de la población hondureña vivía en condiciones de pobreza multidimensional, una cifra que coloca al país como el líder de América Latina en cuanto a la magnitud de la pobreza multidimensional. Esto significa que siete de cada diez hondureños enfrentan un panorama de privaciones no solo económicas, sino también en derechos fundamentales. En las zonas rurales, la situación es aún más dramática, con más del 90 % de los hogares rurales viviendo en condiciones de pobreza multidimensional.

A pesar de que estos datos corresponden a un periodo previo a la pandemia, la realidad que describen sigue siendo vigente. En las zonas urbanas del país, la pobreza multidimensional ha experimentado una leve disminución, bajando del 65 % al 55 %, pero esto sigue siendo insuficiente frente a la magnitud del problema, evidenciando que los esfuerzos por reducir la pobreza han sido insuficientes y la situación sigue siendo estructural.

Honduras mostró menos avance, ya que la incidencia de la pobreza multidimensional se mantuvo por arriba del 90 % en la última década para los hogares rurales, mientras que en la zona urbana pasó de 65 % a 55 %.

El Salvador

En El Salvador, la pobreza multidimensional también es una preocupación grave, alcanzando un 56.4 % en 2022, lo que lo coloca como el segundo país con mayor pobreza multidimensional en América Latina, después de Honduras. Aunque se han logrado ciertos avances con respecto a 2008, la reducción sigue siendo insuficiente para cambiar la realidad de millones de salvadoreños. En las zonas rurales del país, cerca del 80 % de los hogares se encuentran sumidos en la pobreza multidimensional, mientras que en las zonas urbanas, el 40 % de los hogares vive en condiciones igualmente precarias.

La falta de acceso a una educación de calidad, la insuficiencia en la atención médica, la escasez de empleos formales y la carencia de servicios básicos fundamentales siguen siendo los principales factores que perpetúan la pobreza en El Salvador, condenando a una gran parte de la población a un ciclo de exclusión y vulnerabilidad social.

Centroamérica

El informe de la CEPAL también permite hacer una comparativa entre los avances de otros países de la región en la lucha contra la pobreza multidimensional. Mientras que países como Costa Rica y Panamá han logrado avances significativos, especialmente en las zonas rurales, el Triángulo Norte de Centroamérica, que incluye a Honduras y El Salvador, sigue siendo la región más afectada por carencias estructurales.

En Costa Rica, por ejemplo, la pobreza rural pasó del 40 % en 2008 a menos del 15 % en 2022. En Panamá, la pobreza rural disminuyó del 65 % al 50 %. Sin embargo, en Honduras y El Salvador, las mejoras han sido mínimas y la pobreza sigue siendo una problemática persistente, especialmente en las zonas rurales. La falta de infraestructura educativa adecuada, la insuficiencia en el sistema de salud, el desempleo informal y las políticas sociales discontinuas contribuyen a que el progreso sea lento y los logros alcanzados no sean suficientes para combatir la pobreza multidimensional en estos países.

Pobreza multidimensional: más allá de la falta de dinero

La pobreza multidimensional, tal como la define la CEPAL desde 1980, va más allá de la simple medición del ingreso económico de una persona. Este concepto intenta abordar el panorama completo de la pobreza, tomando en cuenta otros aspectos esenciales para el bienestar de las personas, como el acceso a servicios básicos (educación, salud, agua potable), la calidad de la vivienda, la seguridad laboral, el acceso a una pensión y la protección frente a la violencia y el desempleo.

La CEPAL advierte que el verdadero reto para erradicar la pobreza en Honduras y El Salvador no se encuentra únicamente en aumentar los ingresos de las personas, sino en desarrollar políticas públicas que garanticen el acceso a los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Esto implica garantizar una educación de calidad para todos los niños y jóvenes, asegurar que las familias tengan acceso a servicios de salud dignos, promover la creación de empleos formales, asegurar viviendas seguras y mejorar la infraestructura básica. La pobreza multidimensional, tal como lo explica la CEPAL, es una barrera estructural que requiere una respuesta integral y sostenida para ofrecer una solución efectiva y duradera.

El informe refleja una realidad alarmante: la pobreza multidimensional no es solo una cuestión de dinero, sino de oportunidades. A pesar de que se han realizado esfuerzos en varias áreas, la desigualdad social sigue vigente y el reto para Honduras, El Salvador y la región en general es alcanzar un desarrollo social equitativo y sostenible que permita a todas las personas acceder a una vida digna.