Un ciudadano haciendo alarde de su ‘conchudez’, o quizá desesperado por la enorme fila que se estaba ‘comiendo’, no dudó en poner en práctica una terrorífica idea que en determinado momento se le cruzó por la mente ¡qué gran tamal el que se le armó!

Fue así que de repente yendo por el carril interno de la trocha de un bulevar que no se logra identificar de qué ciudad, repentinamente cruza la mediana para caer a la trocha contraria y regresar, según él.

Viendo la desatinada peripecia que realizaba, un conductor que circulaba por la trocha que ese conductor estaba invadiendo tomó a bien ceder el paso, lo mismo hizo otro conductor que circulaba por el carril de en medio de esa misma trocha.

Con tantos puntos críticos por atender, que definitivamente algo pasa desapercibido y por eso es que nunca nadie debería realizar estos malabares porque con facilidad conducen a tragedias que, desde luego, es mejor evitar.

Entonces ¿cómo se iba a imaginar este conductor que en el carril externo de la trocha que recién había invadido el tercer conductor QUE TAMBIÉN LE CEDIÓ EL PASO era el de una patrulla policial, o sea, llegó pero ‘cabalito’ a entregarse, sin ninguna posibilidad de poder discutir, argumentar, exponer, ni siquiera de llorar.