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Arzobispo Nácher llama a la autenticidad y preparación para la venida del Señor


El arzobispo de la Diócesis de Tegucigalpa, Monseñor José Vicente Nácher, entregó un mensaje poderoso durante la homilía dominical en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel. Bajo el tema de la autenticidad, la escucha atenta y la preparación espiritual, Monseñor Nácher destacó la importancia de conectarse profundamente con el corazón tanto en la comunicación como en la relación con lo divino.

En un llamado emocionante a mantener el corazón abierto para recibir al Señor, Monseñor José Antonio Nácher enfatizó la necesidad de autenticidad al hablar desde el corazón y escuchar con sinceridad.

"La autenticidad es clave en nuestra comunicación. Cuando hablamos desde el corazón, establecemos una conexión genuina con los demás, permitiendo que nuestra autenticidad resuene con la autenticidad de ellos", enfatizó el arzobispo.

Haciendo eco de las enseñanzas del profeta Isaías, quien llamó a hablar al corazón de Jerusalén, Monseñor Nácher señaló que este acto va más allá de simples palabras complacientes; implica hablar con sinceridad, sencillez y veracidad, sin manipulación ni intereses ocultos.

"La venida del Señor no solo requiere emociones superficiales, sino una preparación profunda y sincera", agregó el arzobispo. "La Navidad, como la anunciación de San Juan Bautista, es una noticia antigua que siempre se renueva".

En sus palabras, el arzobispo resaltó la importancia de la autenticidad y la verdad, citando a San Juan Bautista como un ejemplo de valentía y austeridad en un mundo que anhela la sinceridad.

"En este tiempo de adviento, debemos preparar el camino para la llegada del Señor, no complaciendo oídos, sino guiando con convicción hacia la promesa de un nuevo y recto mundo", declaró Monseñor Nácher.

Enfatizando la necesidad de confesión, gratitud y perdón, el arzobispo recordó que el adviento es también un llamado a la conversión, a prepararnos para recibir a alguien más grande que nosotros, alguien que se hace pequeño por amor.

La homilía concluyó con un llamado a vivir integralmente, abrazando la gracia del espíritu santo mientras nos preparamos para la llegada del Salvador.

 

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