VIDEOIHondureños condenados a esperar: el drama de los olvidados en los pasillos de un sistema de salud paralizado

Diseno sin titulo 57

Tegucigalpa. El drama humano que se vive en los hospitales públicos de Honduras se ha convertido en una muestra cruda de cómo la indiferencia estatal puede costar vidas y empeorar las condiciones de salud de la población. La prolongada huelga de médicos —que ya supera los diez días— ha dejado a miles de pacientes sin atención, sin medicamentos y sin respuestas. Para muchos, como don Silvano, la espera se ha transformado en desesperanza.

Don Silvano es uno de tantos hondureños afectados por el caos en el sistema de Salud. Relató a Noticieros Hoy Mismo, que llegó al Hospital San Felipe con los papeles en mano, la fe puesta en que por fin sería intervenido quirúrgicamente tras dos años de espera por una operación de hernia. “Hoy me iban a internar y se suponía que me iban a operar el lunes que viene… y no me van a operar. Tengo dos años de estar esperando”, lamentó con preocupación. Su rostro lo dice todo: la paciencia se agota, la salud se deteriora y la fe en las autoridades se desmorona.

«Nos tienen abandonados»

Como él, decenas de hondureños acuden diariamente a los hospitales del país solo para encontrarse con puertas cerradas, citas suspendidas y recetas sin surtir. En el Hospital San Felipe, la situación es crítica: los pacientes aseguran que no han recibido atención médica en más de diez días. La mayoría fue notificada del paro cuando ya se encontraban haciendo fila desde la madrugada.

“Esta señora no se preocupa por la salud de nosotros, estamos abandonados, hermano”, dijo don Silvano, en referencia a la ministra de Salud. “Hay que esperar, porque Dios es el único que nos puede ayudar”, agregó con resignación.

La raíz del conflicto

salarios atrasados y contratos incumplidos. Los médicos aseguran que el 10% del personal sigue sin recibir su paga, pese a las promesas del Gobierno de que el 90% ya ha sido remunerado. Mientras tanto, la Secretaría de Salud guarda silencio o minimiza el impacto, como si las salas vacías y las camas sin atención no hablaran por sí solas.

La crisis en el sistema de salud hondureño no es nueva, pero la actual paralización ha puesto en evidencia un colapso ético y funcional que golpea a los más pobres. Cada día de paro es una sentencia para los que no pueden pagar una clínica privada o esperar más meses para una cirugía vital.

Y mientras las autoridades siguen enfrascadas en cifras y excusas, la vida de miles de hondureños pende de un hilo, sostenido solo por la esperanza de que el sistema despierte antes de que sea demasiado tarde.