El Comité COVID-19 de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), enfatizó que, según los datos epidemiológicos internacionales evaluados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia por COVID-19 no ha finalizado.
Mediante comunicado, ampliaron que, se observan incrementos de casos en Estados Unidos y Europa, con nuevas subvariantes del Ómicron generan una convergencia genética que puede evadir la respuesta inmune humana.
Ante la situación instaron a reforzar la vigilancia epidemiológica en Honduras con medidas y acciones que permitan evitar cualquier repunte de contagios, entre ellos; mantener el uso obligatorio de la mascarilla en lugares cerrados, reforzar e incrementar los procesos de vacunación.
También brindar seguimiento, orientación y especial atención a personas no vacunadas e inmunodeficientes para que puedan vacunarse como incrementar las campañas educativas y de prevención.
En relación al uso de mascarillas, señalan que, se puede considerar permitir el uso voluntario de mascarillas y otras medidas de bioseguridad.
NO VACUNADOS
Durante casi dos años, los que se resisten a recibir la vacuna COVID-19 han sido objeto de serias súplicas e incentivos financieros, de campañas de vergüenza en los medios sociales. Se han perdido bodas, celebraciones de cumpleaños y recitales, e incluso han renunciado a competencias deportivas de alto nivel. Hasta el mes pasado, se les prohibía entrar en Estados Unidos y en más de 100 países.
Ahora, los no vacunados han vuelto a la carga. Están cenando en restaurantes, bailando en festivales de música y llenando las gradas de los recintos deportivos. Se mezclan libremente en lugares en los que antes se les rehuía por temor a que fueran vehículos de super contagios.
Es como si ya no fueran peligrosos para el resto de nosotros. ¿O no lo son?
“Está claro que los no vacunados son una amenaza para ellos mismos”, afirma el médico Jeffrey Shaman, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Columbia. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, hasta agosto, su riesgo de morir de COVID-19 era seis veces mayor que el de las personas totalmente vacunadas y ocho veces mayor que el de las personas vacunadas y reforzadas.
Deja tu comentario