Después de haber vivido una cruel sequía este aguacero no es considerado una casualidad, sino mas bien un milagro, porque cayó en una zona que beneficiará a millares de personas.
Captan el momento cuando una tormenta cae sobre una de las represas de Tegucigalpa, muchos lo catalogan como la bondad de Dios sobre los capitalinos.
Y no es de ahorita, la verdad es que Jehová siempre está pendiente de las necesidades de las personas, pero somos nosotros los que cerramos nuestro corazón y por ende tenemos que sufrir las consecuencias.
Porque, quién no sabe que prender fuego al bosque, a las zacateras, a la basura, todo eso daña el ambiente, después solo nos quejamos, que no hay agua, que no llueve, que mucho calor, que las inundaciones; pero todo es culpa de nosotros mismos, por lo tanto, todos tenemos que hacer cambios en nuestras actitudes con respecto a cuidar la naturaleza.