La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha escrito un nuevo capítulo esta semana. El gobierno de Pekín ha ordenado a sus aerolíneas nacionales que no acepten nuevas entregas de aviones fabricados por la empresa estadounidense Boeing, según reveló este martes la agencia Bloomberg News, citando a fuentes con conocimiento directo de la decisión.
La medida surge como respuesta directa a los aranceles del 145 % impuestos recientemente por el gobierno de Estados Unidos sobre productos chinos. Esta movida ha encendido nuevamente las tensiones entre las dos economías más grandes del mundo, con el sector aeronáutico como escenario principal.
Esta restricción, aunque no oficializada aún por medios estatales chinos, representa un golpe duro a la firma estadounidense, una de las mayores proveedoras de aeronaves comerciales a nivel mundial.
Además de prohibir nuevas entregas, el gobierno de Xi Jinping estaría evaluando cómo brindar asistencia financiera a las aerolíneas locales que alquilan aviones de Boeing, ya que estas podrían verse afectadas por el aumento de costos debido a los nuevos aranceles recíprocos.
Este giro político y comercial se produce en un contexto donde la diplomacia internacional parece cada vez más fragmentada. La ofensiva arancelaria del expresidente Donald Trump, heredada por la actual administración estadounidense, ha tenido consecuencias de largo alcance.
Mientras tanto, funcionarios estadounidenses han intentado matizar las tensiones concediendo exenciones a ciertos productos tecnológicos, como teléfonos inteligentes, semiconductores y ordenadores. Sin embargo, estas decisiones parecen insuficientes para frenar la respuesta estratégica de Pekín.