El nombramiento fue oficializado por la Secretaría de Gobernación, Justicia y Descentralización a través de sus redes sociales. En una ceremonia discreta, fue el propio titular de esa cartera, Tomás Vaquero Morris, quien le dio la bienvenida como nuevo funcionario.
Según la información compartida por el gobierno, Alberto Ariel llega con la intención de “contribuir a la modernización y al funcionamiento eficiente de los aeropuertos a nivel nacional”. Sin embargo, lo que más ruido ha generado no son sus supuestos méritos, sino su apellido y los vínculos familiares con altos funcionarios del pasado.
Las reacciones no se hicieron esperar. En redes sociales, los comentarios reflejan molestia, indignación y burla:
“Otro del familión del carretillazo”, escribió un usuario en X, recordando el infame episodio de corrupción atribuido a su padre.
“Tan así que ni saco tenía, ¿tuvo que prestarle el papá?”, ironizó otro.
“OOOOOTRO DE LOS FAMILIONES QUE GOBIERNAN!!! no sean descarados, nombeeee”, fue otro comentario más entre decenas que califican el nombramiento como un acto descarado de nepotismo.
Mientras tanto, desde Casa de Gobierno se insiste en que las designaciones se hacen con base en la capacidad técnica y profesional de los nombrados, pero el historial familiar y político de Flores Dubón hace difícil para muchos creer en ese discurso.
El cargo en el SAN —una entidad desconcentrada de la Secretaría de Infraestructura y Transporte— es estratégico. Controla parte del sistema aeroportuario del país y tiene influencia directa sobre licitaciones, contratos, concesiones y más. En otras palabras, es una silla de poder. Y, casualmente, cae en manos del hijo de uno de los personajes más controversiales del gobierno de Manuel Zelaya.
¿Coincidencia o estrategia? La ciudadanía, que ya carga con una larga lista de familiares de altos funcionarios colocados en puestos clave, parece tener clara la respuesta. Para ellos, el “familión” sigue intacto y más chambón que nunca.