Nasralla alerta sabotaje electoral: acusa a Libre de asfixiar al CNE rumbo a noviembre

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Tegucigalpa. A menos de siete meses para los comicios generales, el proceso electoral hondureño entra en zona de turbulencia. Las alarmas se encendieron tras las declaraciones de Cossette López, presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), quien reconoció públicamente las serias limitaciones del órgano para organizar los comicios de noviembre.

“Montar unas elecciones generales está muy difícil desde el Consejo Nacional Electoral”, declaró López, al admitir que el CNE carece de personal técnico esencial —como cartógrafos— y enfrenta obstáculos para contratar personal clave debido a la falta de recursos.

Estas afirmaciones detonaron una fuerte reacción del candidato presidencial Salvador Nasralla, quien calificó la situación como “grave” y lanzó críticas directas al oficialismo. Según él, la falta de voluntad para asignar presupuesto y personal al CNE es una maniobra que pone en riesgo la democracia misma.

“Las elecciones están en peligro”, advirtió Nasralla, señalando que el Partido Libre —que ostenta el poder— obstaculiza el normal funcionamiento del órgano electoral. “Hay funcionarios de Libre dentro del CNE que bloquean el reemplazo de personal y dificultan el flujo de recursos; las elecciones estarán comprometidas”, sostuvo.

El presidenciable también lanzó un llamado directo a Manuel Zelaya, asesor presidencial y figura de peso en Libre: “El presidente ‘Mel’ Zelaya debe intervenir. Esta situación es insostenible”.

Además, Nasralla denunció que las trabas impuestas al CNE constituyen una “violación a los derechos humanos”, al impedir que la ciudadanía ejerza su voto en condiciones de transparencia y equidad. “No está funcionando el CNE porque no le están dando el presupuesto ni el personal necesario”, insistió.

Con un historial reciente marcado por las fallidas elecciones primarias del 9 de marzo, y ante un calendario que avanza a toda velocidad, el ambiente preelectoral en Honduras se torna cada vez más incierto. La presión política crece mientras el CNE admite estar contra el reloj y sin las herramientas para cumplir su misión.