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Los claroscuros de las remesas en el país

El ingreso de remesas en el país continúa su ascenso, según un reciente informe del Banco Central de Honduras (BCH), que en su último documento semanal publicado y correspondiente al pasado 2 de febrero afirma que el ingreso de remesas alcanzó 726.6 millones de dólares, es decir un crecimiento de 14.2% con respecto a 2022, cuando registró 635.7 millones de dólares en el mismo período.

Las remesas que los emigrantes envían a sus lugares de origen se han convertido en un tema de importancia para los países receptores que han encontrado en ellas un alivio para sus maltratadas economías. Según datos del Banco Mundial, solo en 2022 las remesas con destino a los países de ingreso bajo y mediano aumentaron un 4.2%, hasta llegar a los USD 630,000 millones. 

La importancia de las remesas en Honduras se evidencia desde hace unos años, solo por ejemplificar los montos anuales por este concepto superan el total de divisas recibidas por el valor agregado de la maquila y de otros sectores productivos del país, asimismo desde 2005 ya ha superado la suma de las exportaciones totales, y ha llegado a representar más del 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Pero, ¿qué repercusiones tiene en Honduras que un cuarto de su economía dependa de los envíos de miles de hondureños que laboran lejos de sus fronteras? 

Para Henry Rodríguez, jefe del Departamento de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), la situación de las remesas tiene luces y sombras; si por un lado demuestra la capacidad que tienen los hondureños para generar bienestar al país, representa también estabilidad al tipo de cambio, y permite tener reservas internacionales para 6 o 7 meses. No obstante, el académico cuestiona: “¿Qué pasa si la economía norteamericana se cae, si el empleo se viene en picada, o si el vínculo entre los familiares se rompe?”. 

“No podemos pensar eternamente que la economía hondureña va a estar dependiendo del dinero que ellos están mandando”, explica, los datos tampoco mienten, el aumento de los hondureños que viven fuera de Honduras no se detiene, para 1990 habían cerca de 200,000 hondureños radicando en el extranjero, para 2023 hay 1.2 millones de compatriotas registrados oficialmente y extraoficialmente se registran casi los dos millones, un río de hondureños que abandonan las fronteras patrias y con ello también se marcha la fuerza productiva del país y la esperanza de construir un proyecto de vida en su tierra natal. 

Para Rodríguez es también la evidencia del fracaso de las políticas gubernamentales durante décadas, pues “como Estado no se han podido generar las condiciones para garantizar trabajo a toda la población, se está marchando la gente joven, que es la esperanza de desarrollo del país. Se dice que se tiene que impulsar un proceso de desarrollo, pero con qué gente lo haremos”, cuestionó.   

Costos sociales 

Los costos sociales también son altos para el país, aduce Marco Antonio Tinoco, jefe de la Carrera de Sociología de la Alma Máter, pues si bien muchos consideran a los compatriotas como héroes, para otros “son personas que salieron del país estigmatizadas y cargan con el estigma de ser extranjeros pobres en un lugar extraño”, dice; sumado a ello han tenido que pasar el calvario de una travesía que a muchos les ha costado la vida y han enlutado a miles de familias. 

“No podemos enorgullecernos de que los conciudadanos estén saliendo del país porque no hay oportunidades, más bien debería ser una motivación para generar oportunidades y crear una sociedad incluyente que produzca oportunidades para los jóvenes, que son los que más huyen del país”, siguió diciendo sobre un problema que parece no menguar y que continúa con su inercia creciente, a su paso también deja el doloroso desmembramiento familiar. 

Para los expertos, el actual modelo económico neoliberal desde su implementación tampoco ha sido eficaz ante el creciente problema de migración en el país, un modelo que no genera oportunidades laborales y que no es influyente, mas bien genera desigualdades tan acentuadas en el mercado laboral que son marcadas por todas las fronteras que establece la violencia y una inseguridad pública y jurídica en el país que no da tregua. 

“El recurso más valioso que tiene el país es su fuerza laboral y sus recursos naturales, y hay que aprender como país a utilizarlos, si los estamos perdiendo es una tragedia”, considera Tinoco. 

Si no se ataca la pobreza, la extorsión y los problemas más vitales del país, Honduras continuará siendo una fábrica de caravanas.

Tomado de Presencia Universitaria

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