La migración, criminalidad, pobreza y desempleo; el viacrucis de los hondureños

La migración, criminalidad, pobreza y desempleo; el viacrucis de los hondureños


TEGUCIGALPA. – “Los dolores y los sufrimientos de Cristo no son un acontecimiento del pasado, tristemente no es algo que simplemente sucedió hace 2 mil años, hoy la gente, especialmente la más vulnerable, los más pobres, tiene viacrucis en el que cargan cruces pesadas en sus vidas personales y familiares”, reflexiona monseñor José Antonio Canales, obispo de la Diócesis de Danlí, al iniciar la Semana Santa 2023.

El prelado resaltó que esta época de Semana Santa “nos invita a reflexionar en un acontecimiento en el cual Cristo vive su propia cruz, pero que también sigue viviendo un viacrucis de los hermanos que más sufren y en este caso en concreto, en Honduras”.

También hizo referencia al drama de los migrantes, y señaló que aunque en los últimos días este tránsito ha bajado, recordó que este movimiento es fluctuante y que las próximas semanas este podría volver a subir. Por eso, añadió que, la Iglesia Católica siempre tiene las puertas abiertas para ayudar a quienes pasan por el territorio nacional.

“Les deseamos lo mejor, que la búsqueda de sus ilusiones, sus anhelos para sacar adelante su propia vida y la vida de sus familias”, expresó.

A continuación, la reflexión de Monseñor Canales sobre cada una de las 14 estaciones de las cruces más pesadas que los hondureños están llevando en este momento en el país:

Para miles de personas, de Honduras y Latinoamérica, la migración es la única opción para sacar a sus familias adelante.

Primera estación: La migración forzada de miles de jóvenes al no encontrar en Honduras las oportunidades de desarrollar su profesión y sus talentos.

Segunda estación: El dolor de muchos infantes ante la ausencia de unos de sus padres en el hogar; la desintegración familiar.

Tercera estación: Las dificultades de los campesinos que con tanto amor cultivan la tierra, pero no encuentran facilidades para vender bien su cosecha.

Cuarta estación: Las angustias de las familias hondureñas al buscar la atención médica de uno de sus miembros y no encontrarla.

Quinta estación: La desesperación de muchas familias en Honduras que no tienen la alimentación básica de cada día.

Después de la pandemia de coronavirus muchos estudiantes dejaron de los estudios.

Sexta estación: La cantidad de familias que se lamentan de la falta de apoyos del Estado para que sus hijos continúen sus estudios después de los tropiezos de la pandemia. Muchos niños y muchos jóvenes se quedaron de camino, de la educación que estaban llevando a cabo antes de la pandemia y esas estadísticas nos deben preocupar.

Séptima estación: El sufrimiento de muchas familias a causa de la violencia doméstica.

Octava estación: La inmensa mayoría de las familias que carecen de una casa con las instalaciones adecuadas para vivir con dignidad.

Novena estación: La desesperación de los campesinos del llamado «corredor seco» al no tener apoyo del Estado para sistemas de riego eficaces y otro tipo de apoyo que necesitan nuestros hermanos en el campo.

Expertos agrícolas prevén dificultades en las cosechas, tanto en Corredor Seco, como de otras zonas sensibles en el país.

Décima estación: La indiferencia religiosa y falta de atención profesional de tantos jóvenes con problemas de depresión que les ha llevado a quitarse la vida. Es alto el porcentaje de jóvenes que se han quitado la vida en Honduras.

Undécima estación: La frustración de jóvenes emprendedores en nuestro país ante la falta de los apoyos debidos. Ellos quieren emprender algo y no encuentran apoyo.

Duodécima estación: La tristeza que provoca en muchos hondureños el buscar apoyo espiritual en la Iglesia y no encontrar personal preparado para hacerlo. También nos duele mucho como iglesia, el que no tengamos el personal adecuado para atender a las personas.

Los accidentes viales han arrebatado la vida a cientos de hondureños.

Décimo tercera: El dolor de muchas familias al perder a uno de sus miembros por falta de carreteras verdaderamente seguras, de señalizaciones viales y también de irresponsabilidad en accidentes de tráfico.

Décimo cuarta estación: Una estación muy significativa porque se trata de la muerte del Señor: La inseguridad ciudadana que ha llenado de luto a tantas familias hondureñas al perder a un ser querido víctima de la violencia.

Al hacer un recorrido por las cargas que golpean a los hondureños y con especial énfasis al más del 74 por ciento de los hondureños que viven sumidos en la pobreza, el obispo Canales lamentó que estas sean tareas pendientes.

“¡Qué pena que muchas veces nuestros dirigentes están más preocupados en otras cosas que en sacar adelante el país y más a la gente que está sufriendo!”, apuntó.

Levantar la voz

Ante esta realidad, Monseñor Canales dijo que la actitud de cada uno de los hondureños hacia quienes más sufren, puede marcar la diferencia, ya que hay una responsabilidad personal para que este mundo sea diferente: más justo, más fraterno.

Monseñor Canales destaca que es fundamental levantar la voz para exigir acciones antes tantas injusticias.

“No podemos echar la culpa solamente hacia afuera, preguntarme cómo soy yo en mi familia, que clase de padre de familia, de esposo soy, que clase de madre, de esposa, de hijo, cómo es mi actitud en el trabajo, con mis vecinos. Es que de nosotros también parte que el mundo cambie”, expresó el guía espiritual de la diócesis de Danlí.

Además, señaló que es importante exigir a las autoridades que han sido elegidas, a los funcionarios que han sido nombrados para atender las necesidades del pueblo, a que realmente cumplan con el cometido para lo que han sido nombrados.

“Tristemente en Honduras, cuando uno va a una oficina o cualquier lugar de atención al pueblo, vamos con una mentalidad errónea, como que nos van hacer un favor, y del otro lado, los funcionarios piensan que le hacen un favor a los ciudadanos y eso es un error”, increpó al recordar que el sueldo de los empleados es pagado por el pueblo.

Canales fue claro: “atender al pueblo hondureño no es un favor, es una exigencia, es una responsabilidad y es parte de lo que significa llevar adelante los gobierno locales y nacionales, deben estar al servicio de las personas”. Fuente: Proceso Digital

 

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