Tegucigalpa. Eddy Maradiaga, reconocido productor y dirigente del sector del tomate en Honduras, compartió la difícil situación que enfrentan los productores nacionales ante el fenómeno de los altos costos de producción y la competencia extranjera, principalmente por parte de Guatemala y El Salvador.
Según Maradiaga, los cultivos de tomate en Honduras requieren de una inversión significativa y, a pesar de ser un rubro que genera miles de empleos, los productores se encuentran en una situación económica cada vez más complicada.
El sector del tomate en Honduras genera unos 40,000 empleos permanentes y alrededor de 25,000 empleos adicionales durante la cosecha. Sin embargo, la competitividad se ha visto afectada por el alto costo de la logística de transporte, que ha incrementado de manera significativa. «Llevar una camioneta de tomate a El Salvador cuesta 85,000 lempiras en Honduras, lo que ha complicado bastante las exportaciones», explica Maradiaga. La situación se complica aún más debido al subsidio que los productores guatemaltecos reciben del gobierno, lo que les permite vender su producto a un precio mucho más bajo.
El problema no se limita solo a los costos de exportación. Maradiaga destaca que el gobierno de Nayib Bukele en El Salvador también subsidia a sus propios productores y consumidores, lo que ha favorecido la importación de tomate desde Guatemala, pues «les sale más barato traer tomate de Guatemala que de Honduras». Esta situación coloca a los productores hondureños en una desventaja insostenible, ya que no cuentan con subsidios ni financiamiento adecuado para enfrentar los altos costos de producción y exportación.
El clima también ha jugado un papel fundamental en la crisis del cultivo. En noviembre y diciembre de 2024, las lluvias torrenciales afectaron las cosechas, lo que ha sumado un obstáculo más a los problemas ya existentes. Maradiaga lamenta que, debido a los bajos precios del tomate, una gran parte de la cosecha se pierde. En su última intervención, mencionó que, en algunos casos, los productores se ven obligados a regalar el tomate, como ocurrió recientemente cuando distribuyó producto entre las colonias de Tegucigalpa. «Nosotros estamos pagando 6 lempiras el palo de tomate cortado, pero con los costos de transporte y cosecha, no recuperamos ni una parte de lo invertido», subraya.
El decreto
El productor hace un llamado urgente a la presidente Xiomara Castro para que se apruebe un decreto que permita un alivio en las deudas que los productores tienen con el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (Banadesa). «Este decreto nos ayudaría a respirar, porque tenemos deudas de hasta 20 años que nunca podremos saldar», explica Maradiaga. Según él, si se aprueba este decreto, también se abriría la posibilidad de obtener créditos que les permitan financiar la producción y seguir adelante con su labor.
Maradiaga también señaló el papel de los intermediarios, conocidos como «coyotes», que compran el tomate a precios muy bajos a los productores y lo venden a los consumidores a precios mucho más altos. «La libra de tomate la venden a 12 o 15 lempiras en el mercado, pero a los productores no nos quieren pagar ni 50 centavos por libra», explica. Esta situación también afecta a otros productos agrícolas como el café, donde los intermediarios juegan un papel similar.
Los productores de tomate en Honduras siguen luchando por la viabilidad de sus cultivos, pero la competencia externa, la falta de apoyo estatal y los altos costos de producción y transporte hacen cada vez más difícil mantener la actividad productiva. En este contexto, la propuesta de Maradiaga sobre la creación de una procesadora de salsa de tomate podría representar una alternativa para evitar que el tomate se pierda debido a los bajos precios y la falta de mercado. Sin embargo, hasta ahora, dicha propuesta no ha avanzado, a pesar de los esfuerzos para conseguir el apoyo gubernamental.