Puerto Cortés, Honduras. Lo que debería ser un paraíso natural terminó convertido en un vertedero. Así amaneció la playa de Puerto Cortés tras los feriados de Semana Santa: cubierta de bolsas plásticas, botellas, envases de vidrio y todo tipo de desechos que dejaron los veraneantes a su paso.
Las imágenes que han circulado en redes sociales muestran una escena lamentable que se repite año tras año: la falta de cultura ambiental y educación ciudadana se hacen evidentes cuando las playas, ríos y parques se llenan de basura que contamina los ecosistemas y daña la imagen del país.
Este panorama no solo refleja un problema de limpieza, sino una crisis de conciencia colectiva. Honduras enfrenta retos ambientales urgentes, y el respeto por el entorno no puede seguir dependiendo únicamente de brigadas de limpieza que llegan “a recoger lo que otros tiran”.
“No se trata de culpar, sino de cambiar”, señalan activistas ambientales que exigen campañas masivas de concientización, más control municipal y sanciones efectivas para quienes ensucian los espacios públicos.
Nuestro entorno es reflejo de nuestra educación. Y la naturaleza no tiene por qué pagar por nuestra irresponsabilidad.