Poco a poco este movimiento, que aparentemente no goza de una convocatoria formal, va tomando fuerza.
Las altas temperaturas que causan la impunidad, la injusticia, la desigualdad social, falta de empleo, encarecimiento de los productos alimenticios básicos, las altas tarifas de los servicios públicos, etc. Todos estas variables han hecho posible que las antorchas se vuelvan a encender cada viernes, tal como sucedió anoche en la capital.
Estas luciérnagas todavía no alcanzan el brillo de aquellas memorables jornadas nocturnas de hace escasos años, sin embargo sus participantes no dudan que es cuestión de tiempo para que la población haga sentir sus inconformidad con el actual orden de cosas.