El TPS para Sudán venció el 3 de mayo, pero EE. UU. lo prorrogó automáticamente por seis meses hasta el 4, sin aviso previo ni comunicación formal. Este precedente es relevante porque podría estar ocurriendo lo mismo con Honduras, lo que el experto ve como una señal preocupante de distanciamiento diplomático que podría poner fin al beneficio.
Tegucigalpa. La falta de respuesta oficial por parte del gobierno de Estados Unidos sobre la renovación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para los hondureños ha encendido las alarmas entre expertos. «Este silencio sepulcral revela el peor de los escenarios posibles», advirtió el abogado constitucionalista Oliver Erazo en el programa En la Mira, donde analizó a fondo las consecuencias geopolíticas de esta omisión.
Según Erazo, el gobierno estadounidense tenía tres caminos: renovar, cancelar o guardar silencio. Optó por el tercero, que en la práctica equivale a una prórroga automática de seis meses, como ya ocurrió recientemente con Sudán del Sur. En ese caso, explicó, la notificación oficial no llegó sino hasta el día después de vencido el plazo. “El 3 de mayo vencía el TPS para Sudán y fue hasta el 4 que el Departamento de Seguridad Nacional publicó un aviso en su sitio web extendiéndolo por seis meses. Sin notificación previa, sin diálogo, sin aviso. Honduras está hoy en esa misma situación”, explicó.
El problema, enfatizó, es que esta extensión sin comunicación oficial coloca a Honduras en una posición de alto riesgo diplomático. “Ese silencio es el mensaje más peligroso: no hay intención de negociación, no hay voluntad política, solo una despedida silenciosa del beneficio”, afirmó. A su juicio, la ausencia de una postura clara es una señal de que Estados Unidos está cerrando la puerta al actual gobierno hondureño, sin confrontaciones directas, pero también sin señales de continuidad en las relaciones migratorias preferenciales.
Errores que nos dejaron sin voz
El abogado señaló que este momento es resultado de una cadena de errores en política exterior cometidos por el actual gobierno hondureño. Entre ellos mencionó el intento de expulsar la base aérea de Palmerola, la denuncia unilateral del tratado de extradición con EE. UU., y la falta de diplomacia básica en escenarios estratégicos, como la omisión de la presidenta Xiomara Castro de saludar a Donald Trump durante un funeral papal, así como su ausencia en la Cumbre de las Américas. “Son gestos que parecen pequeños, pero en política exterior, todo comunica. Y aquí se comunicó desdén, confrontación y ausencia de visión”, sostuvo Erazo.
El jurista también hizo énfasis en la fragilidad de la institucionalidad diplomática actual, recordando que la embajada estadounidense en Tegucigalpa sigue sin un embajador plenipotenciario y que el gobierno hondureño tampoco ha impulsado una estrategia diplomática eficaz. “El encargado de negocios representa hoy a EE. UU. en Honduras, y por nuestra parte no hay negociadores capacitados ni un equipo con talento real para gestionar relaciones internacionales de alto nivel”, lamentó.
Remesas en la cuerda floja
Más allá de lo simbólico, Erazo subraya las implicaciones materiales de un eventual fin del TPS. Más de dos millones de hondureños se verían afectados, y sus remesas constituyen más del 30 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. “Ese dinero es el que mantiene a flote la economía de cientos de miles de familias. No se trata solo de enviar dólares, hablamos de compras escolares, consumo en abarroterías, pagos de alquiler, cobertura de medicamentos. Si ese flujo se corta, colapsa la cadena comercial de base en el país”, advirtió.
Además, señaló que no se ha hecho el más mínimo esfuerzo por impulsar una reforma migratoria estructural ni un lobby político en el Congreso estadounidense, donde persiste una línea dura, especialmente desde los sectores republicanos, contra los gobiernos del Triángulo Norte que se identifican con la izquierda. “Donald Trump fue claro desde su candidatura: no se sienta a negociar con gobiernos de izquierda. ¿Y qué ha hecho Honduras para contrarrestar eso? Nada. Se optó por la queja en vez del trabajo diplomático”, criticó.
¿Silencio como despedida?
En esa línea, Erazo cuestionó si la estrategia del actual gobierno es, en realidad, una forma de autoaislamiento. “¿Estamos jugando a la victimización o a la desestabilización interna? ¿A qué juega el Estado? Porque no hay visión de país ni manejo mínimo de las relaciones bilaterales. EE. UU. no quiere oír más lloriqueos: quiere resultados, quiere seriedad. Aquí no se ha enviado a nadie competente a negociar ni se ha mostrado voluntad de construir puentes”, expresó.
El constitucionalista fue aún más contundente al señalar que el silencio estadounidense tiene una carga política dirigida. “¿Será que el mensaje es: con este gobierno no me interesa negociar? ¿Será que están dejando que corran los seis meses para que el TPS venza justo cuando haya nuevo presidente electo en Honduras? Si eso es así, entonces es un mensaje lapidario. La relación migratoria murió, y lo que sigue es una ruptura en cadena”.
Finalmente, Erazo lanzó una reflexión que combina geopolítica, economía y urgencia social: “¿Quién es nuestro socio comercial más importante? ¿China? No. Es Estados Unidos. ¿A dónde migran los hondureños? A Estados Unidos. Es con ellos con quienes debemos negociar. No podemos jugar al pulso con quien sostiene económicamente a casi medio país. Si no tomamos decisiones responsables ahora, no solo perderemos el TPS, perderemos también la estabilidad económica que aún nos queda”.