Tegucigalpa. La industria de la construcción enfrenta uno de sus años más difíciles, con un panorama sombrío que amenaza directamente la estabilidad de unos 240,000 empleos, según advirtió Gustavo Boquín, presidente de la Cámara Hondureña de la Industria de la Construcción (CHICO).
“El 2025 es un año con muchos retos”, dijo Boquín. “Nuestra industria se divide en dos grandes ramas: infraestructura y vivienda. El 60% de nuestra facturación anual proviene de la vivienda, pero este año el gobierno, a pesar de haber incluido apoyo a ese sector en su plan estratégico, no lo cumplió”.
La causa, explicó, radica en una recomendación de la Secretaría de Finanzas al Congreso Nacional, la cual derivó en que no se aprobaran los fondos necesarios para financiar la vivienda social, impactando de forma directa a desarrolladores, trabajadores de la construcción y toda la cadena de valor asociada.
Además del impacto en el empleo, Boquín subrayó la deuda histórica que el gobierno mantiene con el sector. “Nosotros somos como la tarjeta de crédito del gobierno: siempre nos debe, pero hay una fecha de corte y una fecha de pago. La ley nos autoriza a cobrar intereses, pero si no nos pagan ni el capital, menos los intereses”, lamentó.
Boquín también hizo énfasis en el papel clave que la construcción juega en el sistema financiero. “Somos uno de los mayores clientes de la banca. Sin financiamiento, la construcción no se mueve. El crédito a corto plazo es vital para iniciar desarrollos urbanísticos, mientras que el de largo plazo es el que permite a las familias acceder a viviendas a 30 años. Pero no tenemos capacidad legal para exigir los intereses por mora al Estado”.
La falta de cumplimiento en los compromisos estatales no solo afecta la rentabilidad de las empresas constructoras, sino que debilita una industria que es fundamental para la economía nacional y la generación de empleo, alertó el presidente de la CHICO.